
La ley federal define al fraude electrónico como el uso de una computadora con el objetivo de distorsionar datos para inducir a otra persona a que haga o deje de hacer algo que ocasiona una pérdida. Los delincuentes pueden distorsionar los datos de diferentes maneras. Primero, pueden alterar sin autorización los datos ingresados en la computadora. Los empleados pueden usar fácilmente este método para alterar esta información y malversar fondos. En segundo lugar, los delincuentes pueden alterar o borrar información almacenada. Tercero, los delincuentes sofisticados pueden reescribir los códigos de software y cargarlos en la computadora central de un banco para que éste les suministre las identidades de los usuarios. Los estafadores luego pueden usar esta información para realizar compras no autorizadas con tarjetas de crédito.
Los fraudes financieros están a la orden del día. El avance de las nuevas tecnologías ha sido beneficioso para múltiples disciplinas o campos de estudio como la medicina, la genética, etc. Sin embargo, esta herramienta da muchas más opciones a la hora de cometer delitos financieros o fraudes.
Los fraudes financieros han sido y siguen siendo uno de los temas más estudiados a lo largo de la historia y no es para menos, éstos deben de ser estudiados y analizados con precisión para llegar a comprender sus formas, consecuencias y si es posible evitar que vuelvan a ocurrir en un futuro cercano.

Se estima que son millonarias las pérdidas de los bancos debido a depósitos fraudulentos u otro tipo de fraudes financieros.
Una de las formas más comunes de delinquir financieramente es la falsificación. Consiste en modificar la información de un cheque o cualquier documento emitido por una entidad bancaria incluyendo entidades públicas, otro beneficiario, etc. Hay varios tipos de falsificación que trataremos en el siguiente punto.
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