Muchas empresas cuando contratan a un empleado le obligan a firmar clausulas de confidencialidad. Se trata de que cuando este deje su relación laboral con la empresa no utilice la información que tienen, muchas veces para otra empresa de la competencia. Otras veces todo esto no se pone por escrito, pero igualmente robar información en la empresa puede tener consecuencias judiciales.

Y lo peor de todo es que generalmente el primer enemigo de estas fugas de datos son las fotocopiadoras e impresoras, así como los contactos de la agenda de los teléfonos que son fácilmente exportables y de los que se hacen copias de seguridad para traspasarlos a otro teléfono. Si además se pueden llevar historial de visitas, pedidos, etc. mejor todavía, pero esto es algo que muchos ya tienen en su experiencia personal, ya que eran sus propios clientes.
La prevención de este tipo de conducta en puestos de trabajo es difícil, sobre todo porque muchos trabajadores tienen la opción de llevar sus dispositivos personales y conectarse a través de ellos a la nube empresarial, así como dispositivos de almacenamiento portátiles y de colaboración que pueden ser afectados o infectados por ciber delincuentes del exterior.

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